Como toda primera vez, me quedará grabado en la memoria para siempre…Ya fuí preparado, sabiendo lo que me iba a encontrar en cuanto a coches y carreras. También en cuanto a ambiente y atmósfera en el evento más especial del calendario. Y allí estuvimos preparados mis dos amigos y yo el Viernes por la mañana temprano para trabajar, pero también para disfrutar de algo que nos gusta tanto.
Vestidos como marcan las reglas del Revival nos adentramos en este mundo fabuloso, recreado a la perfección por la vestimenta de la gente presente, por los coches participantes de las numerosas carreras, y por todos los stands que hicieron que no supiera hacia donde mirar, todo era desllumbrante para mí, todo me gustaba, todo me llamaba la atención.
Ya con el pase de prensa atado en mi brazo izquierdo, me fueron llevando por los distintos sectores de un enorme “Disneyland” de la carreras, y por momentos si me paraba a mirar a mi alrededor tenía la impresión de haber retrocedido en el tiempo, a los años que no pude vivir en persona, a los años de las grandes carrras, pilotos y coches. Todo era como lo había soñado tantos años, pero esta vez real y delante de mis ojos se desplegaba este espectáculo sin igual en el mundo del motor.
Una simple y primera visita al paddock donde descansaban los coches participantes despertó en mí tanta ansiedad que por momentos creo que viví un auténtico” síndrome de Estendhal automovilístico”. Todo me superaba, si miraba hacia un lado me encontraba con el despliegue de 10 Ferrari sport uno al lado de otro, si me giraba, Aston Martin, Jaguar, AC Cobra, más allá BRM, Masarati, Alfa Romeo, Bugatti, GT40, motos. Una locura!!! Estoy seguro de sentir que mi corazón se aceleró ante aquello.
Estaba allí parado admirando semejante espectáculo en medio de gente vestida de época y no podía creer lo que veía, nunca había visto tanta belleza junta en un circuito.
Para completar la facinación del primer impacto y de etse primer día de los tres programados, el escuchar rugir esos motores sonando juntos a la espera de salir a pista, ver a los mecánicos con sus monos blancos, sus gorras y sus cajas de herramientas en la mano, el público fotografianado cada momento, hizo que me dedicara más a mirar todo aquello que a sacar fotos, estaba demasiado sorprendido y excitado para pensar un poco y decidir que fotografiar.
Las primeras carreras las ví en el exterior de la chicane de entrada a meta, y allí casi todos salían acelerando y derrapando, dejando en el aire ese olor tan característico de estos maravillosos “coches viejos”. Las gradas llenas de gente siguiendo con atención las carreras, el circuito restaurado lucía como en los 60s, el sol brillaba, era la perfección más absoluta.
Transurría el día y me fuí calmando, sabiendo que tendría tiempo de disfrutar de cada coche y momento durante el fin de semana, y entre paseos por los distintos stands, idas y vuentas a la sala de prensa, algún que otro descanso, y encuentros casuales con gente que conocía por allí, llegamos al final del día, mejor dicho a la noche donde los coches ya descansaban en silencio en sus respectivos boxes, la luz artificial hacía de esta zona algo muy atractivo desde el punto de vista de un pintor/fotógrafo, las sombras proyectadas, los brillos en los coches, el silencio reinante, y sobre todo los mecánicos aún trabajando en algunos coches, crearon una atmósfera que para mí fue lo mejor de este primer día. Ahora sí, mas calmado pude hacer fotos de estos momentos, e ir pensando en que pintura hacer de todo lo que había visto. Habían transcurrido cerca de 12 horas en el circuito, que en cualquier otra ocasión hubiese sido matador y muy pesado para mí, pero aquí se me pasaron volando y hasta me quedé con ganas de más…
El Sábado fue un día mas tranquilo para mi corazón, me iba acostumbrando a tener a todas esas maravillas mecánicas por todos lados, y con más pausa me dediqué a recorrer los distintos y tan variados stands, saludé gente que conocía, pintores con los que charlamos de nuestras cosas, conocí alguno que no conocía personalmente, y disfruté de este ambiente distendido y puramente Revival.
También mis amigos, conocedores del evento, me sugirieron ir a visitar el parking, donde la gente que participa o va de público deja sus coches. Y allí el asombro me asaltó nuevamente, era como una exposición de cochazos, aparcados allí mientras sus dueños disfrutaban de las carreras. Bentley, Ferrari, Porsche, Alfa Romeo y las marcas y modelos más insólitos y sorprendentes estaban allí bajo el sol del Sabado y aparcados sobre la hierba como si nada. En otro evento esto solo sería la mismísima exposición, el centro del evento, pero en Goodwood era sólo el parking, era increíble, cientos y cientos de super coches a cada cual mas lujoso, curioso o valioso. Mis amigos tenían razón, valía la pena visitar este parking, seguramente único en el mundo.
La anécdota del día fue que por la mañana temprano, llegando al circuito se me rompió un zapato y se me abrió totalmente, haciendo muy difícil el caminar, gran problema teniendo en cuenta la larga jornada que tenía por delante. Esto que en un circuito normal hubiese sido un serio inconveniente, aquí se solucionó muy facilmente, ya que entre los numerosos stands, los había de ropa, calzado y accesorios antiguos. Fue como un pitstop para mí, me probé unos zapatos de piel hechos a mano, y en pocos minutos me deshice de mis zapatos viejos y rotos, y seguimos caminando en busca de grandes carreras, otra particularidad de un evento único.
Comprobé que las carreras que se disputan allí van muy en serio, y esta gente cuando sale a la pista con estas joyas, no salen a pasearse precisamente, hubo alguna salida de pista, y más de uno terminó el día golpedo y maltrecho como resultado de luchas en la pista que eran bien duras, y en un circuito así de rápido.
También merece una mención especial el espacio dedicado al ocio, como complemento de lo estrictamente automovilístico, áreas dedicadas a comer bien y reponer fuerzas bebiendo una cerveza, pista de baile, servicio de peluquería, especialmente para las mujeres con sus vestidos sesenteros, stands de ropa, sombreros y todo tipo de curiosidades, excelentes libros y revistas de segunda mano, exposiciones de pintura, etc. Había disfrute asegurado para todo tipo de persona y gusto.
Sin duda una de las cosas que más me sorprendió fueron los aviones. Para alguien como yo que nunca los había visto de cerca ni siquiera parados en un museo, verlos y además volando y pasando por sobre nuestras cabezas, fue más de lo que podía esperar. Los Spitfire y otros aviones de la segunda guerra mundial, volando solos o en formación, me facinaron con sus vuelos sobre el circuito, me encantó su ruido, aunque no pude dejar de imaginar lo dramático que habrá sido para alguna gente que andaba por allí verlos venir pero no con intención de un vuelo inocente para entretenimiento del público… En definitiva, serían hermosos pero fueron auténticos aviones de guerra con todo lo que ello implica. Como aparatos me facinaron y dan a este evento otra nota de singularidad sin igual.
El circuito estaba como era entonces, en cada detalle, los antiguos boxes, las vallas de madera pintadas de blanco, y hasta las flores a un cosatado de la recta principal. Mantuvieron el trazado original, veloz y de curvas largas y redondas, donde se va realmente rápido, de aspecto muy “british” en todo sendido, algunas tribunas naturales donde el público se ordenaba perfectamente y se veían los coches derrapar en las amplias curvas, llegando incluso a salirse al verde exterior de la pista. No era un “Tilkódromo” como los actuales circuitos de F1, era un auténtico cirtuito de los ’60 con escapatorias de hierba y rodeado de árboles que daban sombras sobre la pista al final del día, pero sobre todo muy rápido y fluído, y donde había que condicir con esa mezcla de agresividad y delicadeza, propia de los mejores pilotos.
Sin duda Goodwood es el mejor evento de su tipo, un lugar donde cruzarse con Jackie Stewart, Derek Bell u otros, puedes saludarlos y sacarte una foto con ellos en un ambiente de lo más distendido, donde poder hablar con los pilotos o mecánicos de estos maravillosos coches, o cruzarte con el mismísimo Tazio Nuvolari caminando por allí, bueno, digamos que un personaje que se le parecía mucho y que iba vestido de Tazio saludando a la gente.
Un hermoso viaje en el tiempo que sorprenderá tanto a quien lo disfrute por primera vez, que se frotará los ojos preguntándose si todo aquello es real o es sólo un sueño de alguien a quien le gustan tanto los coches, yo me los froté al darme cuenta que además este año estuvimos tres días en Gran Bretaña sin que lloviera, algo realmente raro.
Sin duda deber ser incluído en el primer puesto de mi imaginaria Declaración de Derechos Humanos para gente que le gustan los coches clásicos y las carreras de coches. Al menos una vez en la vida HAY que ver este espectáculo inigualable del mundo del motor, no se parece a nada, es único, es el famoso Goodwood Revival!!
Juan Carlos Ferrigno
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