Estimados lectores,
Sencillamente amaba las Bugatti; Fritz Schlumpf se propuso comprar todos los Bugatti posibles de aquel lote de 30 ejemplares, porque deseaba que fueran la base para conformar la mayor colección de Bugatti en existencia. De hecho, el asunto se volvió una obsesión personal, y así lo reflejan las negociaciones con el propietario norteamericano de aquella colección, que se extendieron al menos por dos años.
Bugatti y Schlumpf son dos nombres, o más bien apellidos, que estuvieron relacionados por un largo tiempo. Fritz Schlumpf compró su primera Bugatti a la edad de 22 años, en 1928, y la disfrutó durante los fines de semana y en algunas carreras. Este entusiasta de los autos quedó en contacto con la compañía asentada en la región de Alsacia a lo largo de los siguientes años, aunque su pasión por coleccionarlos no se manifestó de manera aguda hasta el año 1961.
En un principio, Schlumpf trabajó como broker de lana, y en 1929 su hermano Hans -dos años mayor- se unió a la compañía textil. En 1935 fundaron la Société Anonyme pour l’Industrie Lainiére (SAIL), una compañía que se encargaba del comercio de la lana. Después de la Guerra, los hermanos compraron varias fábricas e hilanderías en Alsacia hasta llegar prácticamente a dominar la industria textil en la parte Este de Francia. En 1957, compraron una fábrica textil abandonada en Mulhouse, también Alsacia, con la finalidad de armar su propio museo de automóviles: en honor a su madre recién fallecida y a Ettore Bugatti, pero principalmente por capricho de Fritz. Después de todo, coleccionar automóviles Bugatti se iría convirtiendo en su obsesión. Desde 1961 en adelante, consiguió hacerse de varios vehículos clásicos y eventualmente se convirtió en el coleccionista más grande de Bugatti.
Para llegar a este status, Schlumpf comenzó, a principios de la década, a escribirle a los propietarios de Bugatti alrededor del mundo. Consiguió las direcciones de ellos a partir del registro que llevaba adelante Hugh Conway, el legendario historiador de Bugatti que pertenecía al Bugatti Owners Club británico. Fue Conway quien puso en contacto, en el año 1962, a Schlumpf con el coleccionista americano John W. Shakespeare, afincado en Hoffman, Illinois. Shakespeare, con una fortuna inicial heredada de su padre fabricante de reels y otros implementos de pesca, se había dedicado personalmente a rastrear y comprar automóviles Bugatti durante la década de los años 50: su primer auto fue una Bugatti Type 55 de 1932; luego siguió la Type 41 Royale Park Ward, el tercero de la saga y ultimo hecho a pedido de un cliente; doce Type 57, tres Type 55 y el auto eléctrico de uso personal de Ettore Bugatti, el Type 56, construido en 1931. Uno por uno, Shakespeare fue consolidando la colección más grande de Bugatti del mundo, compuesta en total por 30 vehículos.
Schlumpf estaba determinado a conseguir todos estos autos clásicos (ahora), y le hizo al coleccionista gringo una oferta global de 70.000 dólares. Éste, a su vez, le exigió al menos 105.000 dólares por todo el lote, después de lo cual Fritz le propuso a Bob Shaw, un connoiseur local de Bugatti, evaluara la colección. Ya en 1963, Shaw arribó a una conclusión poco entusiasta: «La mayoría de los autos están guardados en un sector del edificio que tiene piso de tierra, los vidrios rotos, filtraciones en el techo y nidos de aves. Cada uno de los autos tiene algún grado de deterioro y ninguno de ellos se ha puesto en marcha al menos en los últimos 18 meses». El consejo de Shaw era desistir de la compra, pero Schlumpf estaba cada vez más obsesionado por aquel lote y le ofreció a Shakespeare 80.000 dólares por la colección completa. Luego de duras negociaciones, amenazas mutuas y acusaciones de chantaje, finalmente Schlumpf y Shakespeare se pusieron de acuerdo, al año siguiente, en hacer el negocio en un precio de compra/venta de 85.000 dólares (equivalentes a alrededor de 720.000 dólares actuales), incluyendo el transporte a Francia. Desde un punto de vista actual, fue más que un buen negocio para Schlumpf. De hecho, se podría asegurar que el precio fue una bicoca.
El 30 de marzo de 1964, las 30 Bugatti partieron en un tren de la Southern Railway, desde Illinois con dirección a New Orleans, donde serían estibados en un barco carguero neerlandés. Las fotos muestran los vagones abiertos, de dos niveles, con un gran número de rarezas. Unas semanas después, el carguero ancló en el puerto francés de Le Havre, donde Fritz Schlumpf, quien nunca llegó a conocer personalmente a Shakespeare, recibió su tesoro. Se encontraba ya un paso más cerca de cumplir su meta de ser el coleccionista más grande de Bugatti en el mundo. No fue hasta el año 1965 que los hermanos Schlumpf promocionaron su colección en una gacetilla de prensa bastante escueta, al mismo tiempo que la idea del museo comenzaba a tomar forma. Todo lo que atesoraron en estricto secreto parecía que iba a ver la luz. Pero Fritz Schlumpf nunca llegó a abrir su museo oficialmente.
Los hermanos Schlumpf tuvieron poca oportunidad de mostrar su colección de autos única y el disfrute de esos automóviles extraordinarios duraría unos pocos años: comenzaban las huelgas a medida que los Schlumpf involucraban en prácticas de negocios non sanctas y la caída de la industria textil francesa en la década de los años 70, con la naciente competencia asiática, eventualmente los obligó a radicarse en Suiza, como salvoconducto para huir de la justicia. La historia de los sorprendidos trabajadores que en 1977 descubrieron el tesoro acumulado a escondidas es un hecho bien conocido en la historia del automóvil, con varias publicaciones al respecto.
Lo que al final de cuentas queda de esta historia son los fabulosos coches antiguos, exhibidos de una manera extraordinaria y única. La colección Schlumpf es el corazón del museo nacional «Cité de l’Automobile» en Mulhouse, en Alsacia, la colección más completa de automóviles en el mundo. Cubriendo una superficie de 25.000 metros cuadrados, la exposición comprende a 400 de los más raros, magníficos y valiosos automóviles, incluyendo alrededor de 100 ejemplares de Bugatti, como dos de las apenas seis Type 41 construidas. Una de ellas es el vehículo que perteneciera a Shakespeare, la Royale carrozada por Park Ward -además de la Coupé Napoleón y la réplica del roadster Esders-.
Otros ejemplares de aquel lote de 30 coches clásicos se los puede ver, en su estado original, sin restaurar, en el Mulin Automotive Museum, en Oxnard, California. Allí y en Alsacia, los visitantes pueden admirarlos después de la odisea de traslados que se inició hace casi 60 años.
Más información:
https://es.wikipedia.org/wiki/Cité_de_l%27Automobile
https://www.citedelautomobile.com
Bugatti
Comments powered by CComment